“¿Ya tienes la mochila? ¿Y los libros?, el desayuno…. ¡qué te lo dejas!” Todos nerviosos, pues empieza el curso escolar. Hablamos con nuestros hijos y les decimos que este año aprenderán cosas muy importantes, que ampliaran sus conocimientos y así serán personas de provecho, responsables y que contra más conocimiento tengan mejor opción laboral van a tener.
Acto seguido, las frases más escuchadas de los padres son: “lo necesitaban… tantas vacaciones se aburren y nosotros ya no sabíamos qué hacer”, “aleluya… por fin empieza el cole y con ello la rutina, las obligaciones… demasiado tiempo sin hacer nada”, “lo necesitábamos, todos, volver a la rutina”.
Depositamos en la Escuela gran parte de la educación de nuestros hijos, pero somos conscientes que: ¿otra gran parte la tenemos que hacer en casa?
En la Escuela, nuestros hijos aprenden las materias que marcan desde Educación y superadas año a año, consiguen poder acceder a la Universidad. En el camino, podríamos fomentar la formación como seres que son desde el día que nacen, podrían aprender: a gestionar conflictos, a tomar decisiones y con ello consecuencias, a escuchar (no solo a oír), a respetar y respetarse, a gestionar sus emociones… En ocasiones, este aprendizaje, va por premio/castigo, así se aprenden las reglas que rigen cada comunidad escolar. No lo critico, pues ha de haber una disciplina y unos límites, pero si añadiéramos al plan de estudios la “formación de seres” ¿Qué creen que pasaría? Y si además no depositáramos esta tarea sólo en la Escuela, ¿Qué pasaría?
Si padres y escuela fuéramos un tándem, donde los dos pedaleamos por igual, fuéramos un equipo con el mismo objetivo, disfrutando del paseo por la educación de esa gran persona que es un niño. Los dos, conjuntamente, tendríamos días de sol, de lluvia, tormenta, arco iris… juntos padre – escuela- alumnos llegaríamos a la meta de la mano y con el objetivo logrado.
No creamos que la Escuela es quien educa a nuestros hijos y que la Escuela no crea que la educación de nuestros hijos es solo de los Padres, pues en una relación donde estas creencias están tan marcadas, el más perjudicado es el niño, que vive su educación en medio de una “disputa”.
Démonos la mano y empecemos el nuevo curso escolar 🙂
¡FELIZ AÑO LECTIVO!