Publicado en Familia, inteligencia emocional

Cuento: Mapache y Osito jugando

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Una tarde de verano, Osito y Mapache jugaban en el bosque  a carreras alrededor de los árboles. Contaban hasta tres y corrían velozmente hasta llegar al otro lado del río, rodeando el bosque. Hicieron varias carreras pero Mapache ganaba continuamente,  como excelente trepador que es y acostumbrado a esconderse en los huecos de los árboles, corría tan rápido que para cuando llegaba Osito, a Mapache ya le había dado tiempo de descansar para la próxima carrera.

Osito estaba harto de perder y ya se había cansado de llegar siempre el último, así que  se enfadó y quiso expresar su rabia de esta manera a su amigo Mapache.

-¡No es justo!¡Yo quiero ganar también, tu siempre llegas el primero! gritó Osito creyendo que su amigo Mapache comprendería cómo se sentía.

Pero no fue así. Mapache se rió y le contestó: -¡Osito, yo no tengo la culpa de ser más rápido que tú! Osito se sintió triste porque su amigo no comprendía cómo se sentía y ya no quiso jugar más con él.

En ese momento, vino Perrito, otro amiguito que solía jugar con ellos en el bosque. Al ver que jugaban a carreras, quiso hacer una con ellos y volvieron a contar uno dos y tres para llegar al otro lado del bosque. Osito en esta ocasión como había conseguido tranquilizarse, también se apuntó.

En esta ocasión, para sorpresa de Mapache, ganó Perrito, y como dejó de ser el primero, empezó a saltar de rabia y lleno de cólera gritaba:

-¡Quiero ganar yo, quiero ganar yo…! Su amigo Perrito, les miro a los dos y  sorprendido les preguntó.

-Pero, ¿no estabais jugando a carreras? Si es un juego, ¿por qué os enfadáis?, lo importante es que disfrutemos juntos y que nos alegremos del que llega primero, no enfadarnos por no serlo nosotros. Los amigos son felices cuando están juntos sin importar quién gana. Si queréis nos damos la mano y corremos todos juntos hasta el otro lado del río, será divertido, seguro que nos reímos mucho y llegamos todos a la meta.

En esos momentos, Mapache comprendió como se había sentido su amigo Osito cuando él ganaba todas las carreras y entendiendo que era más importante su amistad que ser el primero en un juego,  decidieron cambiar de actividad con el fin de pasar un buen rato juntos.

Cuántas veces hemos sentido cólera, frustración…. como los protagonistas de esta historia. Gracias a la reflexión del Perro entienden la postura/emoción y sentimiento del otro.  ¿Y tú, en que rol crees que estás o en cuál te gustaría estar, cuéntanos?

Saludos, queridos lectores!

Ester

Mi hijo me confronta

imagesniños gritandoEl otro día, hablando con gente amiga, salió a flote el tema de qué hacer cuando tu hijo no te escucha y cómo cada vez esa actitud genera un dialogo “agresivo” donde se va subiendo el tono de voz, cada vez más, por ambas partes y acaba surgiendo el efecto de: “nuestras conversaciones siempre son a los gritos”. Bien, cada casa es un mundo y nadie está para juzgar qué está bien y qué está mal, dicho esto, sabemos que existen técnicas que pueden ayudar a reconducir esta situación.

Si cada vez que existe un elevado tono de voz, nuestra respuesta es elevada, porque así creemos que estamos a la altura y la creencia de: “si tu chillas yo chillo más, al fin y al cabo soy yo quien tiene la sartén por el mango”, estamos generando el efecto contrario a lo deseados, perdemos el foco al “problema, conflicto, objetivo…” y nos centramos en una lucha de poder. Si nuestra respuesta a un grito es bajar dos tonos la respuesta, estamos dejando descolocado a nuestro interlocutor, pues rompe la tónica de siempre. Si cambiamos nuestra manera de interactuar, el niño va a tener que buscar otro recurso, ya sabe que gritar no surge el efecto que esperaba, hay un quiebre en él y siente que algo ha cambiado. Es importante recordar: si cambia una pieza del sistema y el sistema cambia por defecto (si se rompe un diente de la cremallera, ésta ya no sube como siempre).

Una de las mamás comentaba que había castigado a su hijo sin los juegos electrónicos por una semana y lo qué le estaba costando mantener esa postura frente a la insistencia diaria del hijo en conseguir que le levante el castigo. Una técnica que funciona es pasarle “la pelota al niño”, que él sea el responsable de su elección: “insistencia del niño: mamá quiero, por favor, no lo haré más (saben mucho del “chantaje emocional”), te lo prometo… además hoy viene mi amigo a casa y quedamos en que jugaríamos….” Frente a esta insistencia, podemos quedarnos en: “ya te he dicho que no, no insistas” y mantener esa lucha de poder o podemos decir:” sé que no lo harás más, confío en ti, pero quedamos en algo, hoy disfruta de tu amigo con los otros juguetes y no me insistas más, pues cada vez que vuelvas a pedírmelo alargaré un día la entrega de esos juegos, tú decides cariño”. En este caso, le hemos pasado la pelota, el elige y esa elección tiene una consecuencia: “si lo pido, se alarga, si no lo pido, ya falta menos”. Le hacemos responsable de su decisión y no entramos en una lucha de poder.

Lógicamente, esto no es una barita mágica que funciona a la primera, es insistir y confiar en qué es una opción y merece una oportunidad.

La comunicación en la familia tiene una función más importante que la pura información; es un puente de doble vía que conecta los sentimientos entre padres e hijos.

Gracias por leerme!!

Ester

Publicado en Coaching, Familia, inteligencia emocional

Escuchamos a nuestros hij@s?

imagesOBWJNZCT¿Cuántas veces los padres sucumbimos a los deseos de nuestros hijos? Me atrevería a decir que bastantes, pues aún no dándoles todo, muchos lo consiguen!… esa colección de cromos, esas chuches, la motito del quiosco….
Pero voy más allá, cuando el niño nos quiere pedir algo de otra índole, ¿estamos a la altura?, o nos pesa más todo lo que tenemos en la cabeza (el trabajo, reunión, pagos…). Cuando pide que escuchemos algo que le ha pasado, ¿lo escuchamos o simplemente oímos (no escuchamos)? Aunque oír y escuchar parecen lo mismo, no lo son, ya que uno puede oír sin escuchar. Oír es que percibimos sonidos a través de los oídos, para escuchar debemos tener activos otros sentidos para entender lo que estamos oyendo.

No se si os ha pasado que vienen a contar o preguntar algo, justo cuando estás en otra cosa, intentamos escuchar, nos cuentan lo que le ha pasado, lo que necesita… y le decimos: “Pero bueno… no es para tanto, haz esto la próxima vez o hablamos más tarde o mañana me lo cuentas” y quizás no le damos el peso que para el otros supone.

¿Qué pasaría si nos sentáramos y escucháramos con los cinco sentidos la historia que nos tiene que contar? Quizás podríamos percibir cómo realmente se siente ante eso y desde este punto, ver qué puede hacer él para reconstruir el cómo se siente. Y él solo, simplemente con nuestra escucha y con esa pregunta que le puede aportar una visión diferente, puede encontrar una posible solución o una nueva opción, y resulta que eso lo empodera, porque se ve capaz de revertir la situación y lo prepara para afrontar el próximo día crecido, crecido por dentro. Te da las gracias y se funde en un abrazo de lo más emotivo y nosotros, como padres, le daríamos las gracias por darnos la oportunidad de poder vivir con él ese gran logro.
La Escucha, es una de las herramientas más poderosas del coach, escuchar los silencios, las miradas, prestar atención a la comunicación verbal y no verbal (emoción, corporalidad…).

Que bueno sería si todos pudiéramos escuchar así, en nuestra vida familiar, laboral… Una escucha plena, sin juicios!.

Feliz semana!
Ester Echeverría

Publicado en Coaching, Escuela, Familia, inteligencia emocional

¡Empieza la escuela y con ello un nuevo aprendizaje!

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“¿Ya tienes la mochila? ¿Y los libros?, el desayuno…. ¡qué te lo dejas!” Todos nerviosos, pues empieza el curso escolar. Hablamos con nuestros hijos y les decimos que este año aprenderán cosas muy importantes, que ampliaran sus conocimientos y así serán personas de provecho, responsables y que contra más conocimiento tengan mejor opción laboral van a tener.

Acto seguido, las frases más escuchadas de los padres son: “lo necesitaban… tantas vacaciones se aburren y nosotros ya no sabíamos qué hacer”, “aleluya… por fin empieza el cole y con ello la rutina, las obligaciones… demasiado tiempo sin hacer nada”, “lo necesitábamos, todos, volver a la rutina”.

Depositamos en la Escuela gran parte de la educación de nuestros hijos, pero somos conscientes que: ¿otra gran parte la tenemos que hacer en casa?

En la Escuela, nuestros hijos aprenden las materias que marcan desde Educación y superadas año a año, consiguen poder acceder a la Universidad. En el camino, podríamos fomentar la formación como seres que son desde el día que nacen, podrían aprender: a gestionar conflictos, a tomar decisiones y con ello consecuencias, a escuchar (no solo a oír), a respetar y respetarse, a gestionar sus emociones… En ocasiones, este aprendizaje, va por premio/castigo, así se aprenden las reglas que rigen cada comunidad escolar. No lo critico, pues ha de haber una disciplina y unos límites, pero si añadiéramos al plan de estudios la “formación de seres” ¿Qué creen que pasaría? Y si además no depositáramos esta tarea sólo en la Escuela, ¿Qué pasaría?

Si padres y escuela fuéramos un tándem, donde los dos pedaleamos por igual, fuéramos un equipo con el mismo objetivo, disfrutando del paseo por la educación de esa gran persona que es un niño. Los dos, conjuntamente, tendríamos días de sol, de lluvia, tormenta, arco iris… juntos padre – escuela- alumnos llegaríamos a la meta de la mano y con el objetivo logrado.

No creamos que la Escuela es quien educa a nuestros hijos y que la Escuela no crea que la educación de nuestros hijos es solo de los Padres, pues en una relación donde estas creencias están tan marcadas, el más perjudicado es el niño, que vive su educación en medio de una “disputa”.

Démonos la mano y empecemos el nuevo curso escolar 🙂

¡FELIZ AÑO LECTIVO!