
Creemos que tomar decisiones puede ser complicado y yo diría que… puede ser! Ahora bien, piensa esto: cada día tomas millones de decisiones. Desde que abres los ojos, hasta que te vas a dormir estás tomando decisiones.
El tema está en que funcionamos con piloto automático y creemos que hacemos lo que toca. Pero ¿Quién elije tomar café y una tostada cada mañana? ¿Quién elije ir en moto, bus… al trabajo? ¿Hacer una llamada ahora o más tarde?….
Aquí está el gran qué de la cuestión, cuando nos cuesta tomar una decisión pasa por nuestras inseguridades, nuestras dudas, nuestras creencias. Quizás falta un poco de confianza.
Fíjate bien que las decisiones donde no hay una emoción asociada, son rápidas y fáciles de tomar.
Te invito a que un día, el que tu quieras, tomes papel y boli y anotes cada vez que tomes una decisión y cuantifícala del 1 al 10 según el grado de dificultad en tomar esa decisión. Este ejercicio nos ayuda a identificar bien que creencias nos están limitando, identificar qué nos hace entrar en un bucle y por tanto consumir una energía que podemos destinar a otra cosa.
Ya me cuentas que tal te ha ido!
Feliz semana 🙂
Ester Echeverría