Publicado en Crecimiento personal, Familia, inteligencia emocional

¿Juegas conmigo?

IMG_4125¿Cuántas veces se lo dices a tu hijo, o tu hijo te lo dice a ti? Reconozco que vivimos a una velocidad extrema, cuando nos queremos dar cuenta, nuestros niños ya no son niños.

Y si reflexionamos ¿Cuánto tiempo hemos disfrutado de ellos realmente?.  En mi caso, diría que mucho, pero si soy sincera, seguro que podría haber sido más, ¿Porqué? Por las prisas, por el trabajo, por las obligaciones, porque estoy cansada… por un montón de escusas, que justifican cada “no” que decimos. Hoy tienen de todo y pueden jugar solos, a la mayoría la tecnología los tiene atrapados y eso de jugar a chapas, hacer bolas en el  arenal cómo si fuera comida, o hacer pulseras para venderlas a 5 pesetas 🙂 ya no va!

No lo juzgo, pero si hoy te dicen que te queda poco de vida, seguro que tú ser y estar va a ser diferente al de hoy. Recuperemos esa merienda junta, inventar historias, o simplemente hacernos compañía en silencio escuchando música y disfrutando.

Nos tenemos que anotar los recuerdos y si no lo hacemos con el tiempo algunos se nos olvidan, no lo puedes creer porque eso era de “jamás me voy a olvidar de esto”, pero así es! Si le preguntamos a nuestros padres, seguro que se acuerdan de nuestra primera inyección o de cuando pasaste la varicela o …. Un montón de cosas. Nosotros llevamos alarmas para todo, si el cumpleaños de fulanito, si la medicina a tal hora, si … ¿Vale la pena vivir a está velocidad?

Recuperemos un poco de nuestra infancia y preguntémosles a nuestros hijos que es lo que les gustaría, y que quieren hacer hoy. Quizás no son los planes que tú tenías previstos, pues programamos hasta  el tiempo libre, ni siquiera  damos cabida a “hacer nada”.

Termino este escrito diciéndote que yo hoy voy hacer lo que el día me de.

Feliz día amigo 🙂

Ester

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¿Lo conseguiste?

Carla foto 5 - snowingSeguro que antes de que termine este mes te lo preguntarás.

Así funcionamos! Nos llenamos de propósitos cada inicio de año y claro está, toca revisión antes de empezar el nuevo año.

Lo primero de todo, querido lector, te pido disculpas por mi silencio. Ha sido un año intenso en muchos aspectos de mi vida y el último trimestre ha sido como ir en un tren de alta velocidad.

Hoy, aquí, sentada frente al ordenador me doy cuenta que extrañaba escribir y que es parte de las cosas que he perdido por decir “no tengo dos minutos”.

La vida pasa y no nos damos cuenta hasta que la perdemos. Es probable que estas Navidades falte algún ser querido en nuestras mesas. Os puedo asegurar que en la mía si! Y te das cuenta que la vida pasó.

Todos nos sabemos la teoría de que hemos de disfrutar y bla bla bla… Pero se sincero! ¿Crees que has vivido este último año siendo honesto contigo mimo? ¿Has logrado disfrutar cada día como si fuera el último? ¿Te has ido a dormir tranquilo habiendo hecho esa llamada que vas postergando, o sabiendo que no hay conversaciones pendientes? simplemente piensa si mañana esa persona no está ¿cómo te sentirías?

De este intenso año rescato muchas cosas, pero hay dos que las tengo grabadas a fuego: vivir como si fuera hoy el último día, irme a dormir tranquila de que no tengo conversaciones pendientes, que estoy en paz conmigo misma. Y por otro lado, ser honesta con mis valores. Honrarlos! Pues si no lo hago, me estoy faltando a mi y a mi entorno.

Seamos niños y hagamos nuestra carta de peticiones al Año Nuevo! no a Papá Noel ni a los Reyes Magos. Hazte una carta a ti mismo, sincera y emocionante, escribe qué es lo que te gustaría para este año que en breve empieza. Haz un dibujo, sueña como la niña de la foto sosteniendo un copo de nieve, pon una imagen en tu cartera con lo que quieres y si ves que tus acciones no van acorde para conseguirlo, rediseña y persiste.

Te mando un abrazo,

Ester

 

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Qué pasa cuando un niñ@ se siente diferente…

Matías, Carla y Elisa“Hoy he tenido un mal día”, así salía ayer una hermosa niña del colegio.  Y uno cuando escucha estas cosas piensa, ¿cómo puede ser? Es una persona que se la ve feliz, una buena alumna,  actitudinal y aptitudinalmente hablando.

 Uno se pregunta qué siendo así, cómo puede ser que sus días en la escuela no sean los mejores. Si hacemos un ejercicio de reflexión y pensamos si a nosotros nos gustaba ir a la escuela, el resumen es que sí, quizás más por los amigos que por ir a estudiar dirían unos, otros por las dos cosas…

Es cierto, en nuestra época también se hacían trastadas en el aula o se  molestaba más a un compañero que a otro…. pero hoy!! hoy, en mi opinión es terrible. Resulta que si eres listo y tienes ganas de estudiar, pasas de ser “el listillo y sabe lo todo de la clase” y del que todo el mundo pasa (esto en nuestra época) a ser el blanco de todos, y rozando unos niveles de maldad inimaginables. Qué pasa si además estos niñ@s no sienten el respaldo de los profesores, otros compañeros? O incluso el de los padres? que con toda la buena intención les dicen: “ va… esto es una chiquillada, no te lo tomes mal”.

¿Porqué padres, profesores y profesionales (psicólogos, coach, terapeutas…) no somos capaces de encontrar un código común de actuación? ¿Por qué pasamos la pelota de unos a otros? ¿Será que reconocer que hemos de modificar algo nosotros y no lo niños nos pone en una situación de reconocimiento de qué algo no va y de vulnerabilidad?

Pensemos que al fin y al cabo el que sufre es un ser que está formándose para ser una gran persona y en parte depende de nosotros.  Fijémonos también en ellos y no sólo en los que se comportan mal (continuamente) en clase.

Pensemos que estos niñ@s viven ocultándose para no ser agredidos y no agredidos físicamente, sino psíquicamente!

Qué pasaría si en lugar de pasarnos la pelota, nos sentáramos juntos y nos preguntáramos: ¿Para qué lo hacemos, para qué nos pasamos la pelota?

Ester Echeverría

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¿Qué le pasa a mi hij@?

IMG 013 - copiaAyer, mientras tomaba un café con una amiga nos pusimos a hablar de los hijos, de la importancia de crear personas y no solamente darles la educación que toca por edad. Hablábamos de la importancia de que el niñ@ pueda expresar cómo es y cómo se siente. Dicho así, muchos podemos decir, “si ya lo hago”, pero qué pasa si el niñ@ no es capaz de hacerlo? Puede ser por distintos motivos, por miedo al qué dirán, por miedo a que me regañen, por miedo a frases como: “ya te lo dije” o “los niños no lloran” o “sacaste malas notas”, “por ocultarse”….

Soy de las que creé que los niñ@s tienen que poder expresar con libertad lo que sienten y lo que les pasa, pero también hay que prepararnos para ser buenos interlocutores, buenos oyentes, escuchar a todos los niveles (corporal y verbalmente). Muchas veces el ejercicio de estar para y por ellos es agotador, lo reconozco! Estamos cansados, con nuestras preocupaciones, con nuestras ganas de leer, salir a correr…. y justo en ese momento nos reclaman.

Tuve hijos voluntariamente, escogí ser madre, escogí amar a ese ser, a educar, escuchar, acompañar…. Pongo este matiz, porque no es obligatorio tener hijos, es una decisión compartida y pensada. Pienso que la vida está marcada por las elecciones que nosotros mismos hacemos y no por “lo que toca” hacer.

Volviendo al inicio, al café con mi amiga, me comenta qué le estaba pasando con su hija: la veía triste, apagada, desmotivada… los resultados en la escuela son fantásticos, su comportamiento en casa muy bueno, una niña obediente, estudiosa, trabajadora…. La gran pregunta: ¿qué le pasa a mi hija? Consultando con especialistas deciden que sería bueno hacerle una batería de pruebas psicológicas para ver dónde está, cual es el punto de partida. Resulta que cuando la niña empieza a hablar con este especialista, se siente que alguien habla su idioma y que allí podrá ser ella. En ese momento la niña florece, cambia su corporalidad, su expresión de cara…. ¿Qué le pasaba a esta niña? No quería destacar en ningún lado y decidió ser la niña que todos querían, y lo decidió porque pensó que eso le iba a funcionar, pero no fue así. En ese despacho pudo florecer y mostrar la bella planta que tenía dentro y de repente creció, sacó sus colores, sus mejores flores, como árbol en primavera y pasó del gris al arco iris. Hoy ha descubierto que es más feliz así, mostrando quién es sin miedo a qué vean todo su potencial. Hemos descubierto a nuestra hija, ahora es feliz, se levanta riendo, alegre, contenta de ir a la escuela… Esta niña ha encontrado su sentir en la vida.

Cuán importante es estar atentos qué me cuenta mi hij@, alumn@, amig@… a la libertad de expresión y a la capacidad de escucharlo.

Ester Echeverría

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Cuento: Mapache y Osito jugando

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Una tarde de verano, Osito y Mapache jugaban en el bosque  a carreras alrededor de los árboles. Contaban hasta tres y corrían velozmente hasta llegar al otro lado del río, rodeando el bosque. Hicieron varias carreras pero Mapache ganaba continuamente,  como excelente trepador que es y acostumbrado a esconderse en los huecos de los árboles, corría tan rápido que para cuando llegaba Osito, a Mapache ya le había dado tiempo de descansar para la próxima carrera.

Osito estaba harto de perder y ya se había cansado de llegar siempre el último, así que  se enfadó y quiso expresar su rabia de esta manera a su amigo Mapache.

-¡No es justo!¡Yo quiero ganar también, tu siempre llegas el primero! gritó Osito creyendo que su amigo Mapache comprendería cómo se sentía.

Pero no fue así. Mapache se rió y le contestó: -¡Osito, yo no tengo la culpa de ser más rápido que tú! Osito se sintió triste porque su amigo no comprendía cómo se sentía y ya no quiso jugar más con él.

En ese momento, vino Perrito, otro amiguito que solía jugar con ellos en el bosque. Al ver que jugaban a carreras, quiso hacer una con ellos y volvieron a contar uno dos y tres para llegar al otro lado del bosque. Osito en esta ocasión como había conseguido tranquilizarse, también se apuntó.

En esta ocasión, para sorpresa de Mapache, ganó Perrito, y como dejó de ser el primero, empezó a saltar de rabia y lleno de cólera gritaba:

-¡Quiero ganar yo, quiero ganar yo…! Su amigo Perrito, les miro a los dos y  sorprendido les preguntó.

-Pero, ¿no estabais jugando a carreras? Si es un juego, ¿por qué os enfadáis?, lo importante es que disfrutemos juntos y que nos alegremos del que llega primero, no enfadarnos por no serlo nosotros. Los amigos son felices cuando están juntos sin importar quién gana. Si queréis nos damos la mano y corremos todos juntos hasta el otro lado del río, será divertido, seguro que nos reímos mucho y llegamos todos a la meta.

En esos momentos, Mapache comprendió como se había sentido su amigo Osito cuando él ganaba todas las carreras y entendiendo que era más importante su amistad que ser el primero en un juego,  decidieron cambiar de actividad con el fin de pasar un buen rato juntos.

Cuántas veces hemos sentido cólera, frustración…. como los protagonistas de esta historia. Gracias a la reflexión del Perro entienden la postura/emoción y sentimiento del otro.  ¿Y tú, en que rol crees que estás o en cuál te gustaría estar, cuéntanos?

Saludos, queridos lectores!

Ester

Manifiesto de un niñ@

Buenos días!

Paseando por internet encontré esta foto y me pareció interesante compartirla con ustedes desde este espacio.

Nuestros niñ@s necesitan que les comprendamos, que les amemos, que les escuchemos y que recordemos que en su día nosotros también fuimos niñ@s y tuvimos las mismas necesidades que ellos tienen ahora. Hagamos el ejercicio de buscara nuestro niñ@ interior y visualicemos cómo nos sentíamos, qué nos gustaba, qué no? Qué haría diferente, qué me sirvió de mis papás… y luego observemos que hacemos hoy en el rol de padres.

Los niñ@s son nuestro futuro, dejemos que vivan libres, que sean curiosos, atrevidos, creativos…. Procuremos no hacer, simplemente, un niñ@ obediente y desde aquí decir que bien lo hago o no puedo hacer más pues voy a mil, estoy cansad@ y agobiad@ por la vida que llevo. Recordemos que tener hijos es una elección y desde aquí hay que disfrutarlos, con sus normas, sus límites, sus abrazos, sus “te quiero”…

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Y tú? Quieres hacer este ejercicio? Yo lo he hecho y es un buen punto de inicio.

Ester Echeverría

 

Mi hijo me confronta

imagesniños gritandoEl otro día, hablando con gente amiga, salió a flote el tema de qué hacer cuando tu hijo no te escucha y cómo cada vez esa actitud genera un dialogo “agresivo” donde se va subiendo el tono de voz, cada vez más, por ambas partes y acaba surgiendo el efecto de: “nuestras conversaciones siempre son a los gritos”. Bien, cada casa es un mundo y nadie está para juzgar qué está bien y qué está mal, dicho esto, sabemos que existen técnicas que pueden ayudar a reconducir esta situación.

Si cada vez que existe un elevado tono de voz, nuestra respuesta es elevada, porque así creemos que estamos a la altura y la creencia de: “si tu chillas yo chillo más, al fin y al cabo soy yo quien tiene la sartén por el mango”, estamos generando el efecto contrario a lo deseados, perdemos el foco al “problema, conflicto, objetivo…” y nos centramos en una lucha de poder. Si nuestra respuesta a un grito es bajar dos tonos la respuesta, estamos dejando descolocado a nuestro interlocutor, pues rompe la tónica de siempre. Si cambiamos nuestra manera de interactuar, el niño va a tener que buscar otro recurso, ya sabe que gritar no surge el efecto que esperaba, hay un quiebre en él y siente que algo ha cambiado. Es importante recordar: si cambia una pieza del sistema y el sistema cambia por defecto (si se rompe un diente de la cremallera, ésta ya no sube como siempre).

Una de las mamás comentaba que había castigado a su hijo sin los juegos electrónicos por una semana y lo qué le estaba costando mantener esa postura frente a la insistencia diaria del hijo en conseguir que le levante el castigo. Una técnica que funciona es pasarle “la pelota al niño”, que él sea el responsable de su elección: “insistencia del niño: mamá quiero, por favor, no lo haré más (saben mucho del “chantaje emocional”), te lo prometo… además hoy viene mi amigo a casa y quedamos en que jugaríamos….” Frente a esta insistencia, podemos quedarnos en: “ya te he dicho que no, no insistas” y mantener esa lucha de poder o podemos decir:” sé que no lo harás más, confío en ti, pero quedamos en algo, hoy disfruta de tu amigo con los otros juguetes y no me insistas más, pues cada vez que vuelvas a pedírmelo alargaré un día la entrega de esos juegos, tú decides cariño”. En este caso, le hemos pasado la pelota, el elige y esa elección tiene una consecuencia: “si lo pido, se alarga, si no lo pido, ya falta menos”. Le hacemos responsable de su decisión y no entramos en una lucha de poder.

Lógicamente, esto no es una barita mágica que funciona a la primera, es insistir y confiar en qué es una opción y merece una oportunidad.

La comunicación en la familia tiene una función más importante que la pura información; es un puente de doble vía que conecta los sentimientos entre padres e hijos.

Gracias por leerme!!

Ester

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Escuchamos a nuestros hij@s?

imagesOBWJNZCT¿Cuántas veces los padres sucumbimos a los deseos de nuestros hijos? Me atrevería a decir que bastantes, pues aún no dándoles todo, muchos lo consiguen!… esa colección de cromos, esas chuches, la motito del quiosco….
Pero voy más allá, cuando el niño nos quiere pedir algo de otra índole, ¿estamos a la altura?, o nos pesa más todo lo que tenemos en la cabeza (el trabajo, reunión, pagos…). Cuando pide que escuchemos algo que le ha pasado, ¿lo escuchamos o simplemente oímos (no escuchamos)? Aunque oír y escuchar parecen lo mismo, no lo son, ya que uno puede oír sin escuchar. Oír es que percibimos sonidos a través de los oídos, para escuchar debemos tener activos otros sentidos para entender lo que estamos oyendo.

No se si os ha pasado que vienen a contar o preguntar algo, justo cuando estás en otra cosa, intentamos escuchar, nos cuentan lo que le ha pasado, lo que necesita… y le decimos: “Pero bueno… no es para tanto, haz esto la próxima vez o hablamos más tarde o mañana me lo cuentas” y quizás no le damos el peso que para el otros supone.

¿Qué pasaría si nos sentáramos y escucháramos con los cinco sentidos la historia que nos tiene que contar? Quizás podríamos percibir cómo realmente se siente ante eso y desde este punto, ver qué puede hacer él para reconstruir el cómo se siente. Y él solo, simplemente con nuestra escucha y con esa pregunta que le puede aportar una visión diferente, puede encontrar una posible solución o una nueva opción, y resulta que eso lo empodera, porque se ve capaz de revertir la situación y lo prepara para afrontar el próximo día crecido, crecido por dentro. Te da las gracias y se funde en un abrazo de lo más emotivo y nosotros, como padres, le daríamos las gracias por darnos la oportunidad de poder vivir con él ese gran logro.
La Escucha, es una de las herramientas más poderosas del coach, escuchar los silencios, las miradas, prestar atención a la comunicación verbal y no verbal (emoción, corporalidad…).

Que bueno sería si todos pudiéramos escuchar así, en nuestra vida familiar, laboral… Una escucha plena, sin juicios!.

Feliz semana!
Ester Echeverría

Publicado en Coaching, Escuela, Familia, inteligencia emocional

¡Empieza la escuela y con ello un nuevo aprendizaje!

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“¿Ya tienes la mochila? ¿Y los libros?, el desayuno…. ¡qué te lo dejas!” Todos nerviosos, pues empieza el curso escolar. Hablamos con nuestros hijos y les decimos que este año aprenderán cosas muy importantes, que ampliaran sus conocimientos y así serán personas de provecho, responsables y que contra más conocimiento tengan mejor opción laboral van a tener.

Acto seguido, las frases más escuchadas de los padres son: “lo necesitaban… tantas vacaciones se aburren y nosotros ya no sabíamos qué hacer”, “aleluya… por fin empieza el cole y con ello la rutina, las obligaciones… demasiado tiempo sin hacer nada”, “lo necesitábamos, todos, volver a la rutina”.

Depositamos en la Escuela gran parte de la educación de nuestros hijos, pero somos conscientes que: ¿otra gran parte la tenemos que hacer en casa?

En la Escuela, nuestros hijos aprenden las materias que marcan desde Educación y superadas año a año, consiguen poder acceder a la Universidad. En el camino, podríamos fomentar la formación como seres que son desde el día que nacen, podrían aprender: a gestionar conflictos, a tomar decisiones y con ello consecuencias, a escuchar (no solo a oír), a respetar y respetarse, a gestionar sus emociones… En ocasiones, este aprendizaje, va por premio/castigo, así se aprenden las reglas que rigen cada comunidad escolar. No lo critico, pues ha de haber una disciplina y unos límites, pero si añadiéramos al plan de estudios la “formación de seres” ¿Qué creen que pasaría? Y si además no depositáramos esta tarea sólo en la Escuela, ¿Qué pasaría?

Si padres y escuela fuéramos un tándem, donde los dos pedaleamos por igual, fuéramos un equipo con el mismo objetivo, disfrutando del paseo por la educación de esa gran persona que es un niño. Los dos, conjuntamente, tendríamos días de sol, de lluvia, tormenta, arco iris… juntos padre – escuela- alumnos llegaríamos a la meta de la mano y con el objetivo logrado.

No creamos que la Escuela es quien educa a nuestros hijos y que la Escuela no crea que la educación de nuestros hijos es solo de los Padres, pues en una relación donde estas creencias están tan marcadas, el más perjudicado es el niño, que vive su educación en medio de una “disputa”.

Démonos la mano y empecemos el nuevo curso escolar 🙂

¡FELIZ AÑO LECTIVO!